A vascos no nos gana nadie (2): ¡A buscar meteoritos vascos!

Como no tenemos grandes catedrales góticas, o una Alambra, o un Acueducto de Segovia, o un castillo almenado como Dios manda, los vascos nos refugiamos en el arte megalítico. Mega, grande; litos, piedra. Nos entretuvimos unos siglos con aquello de Conan el cimmerio (el poderrrrr del aceroooo), pero lo nuestro es el dólmen, el menhir (y su levantamiento deportivo), el túmulo y el crómlech. Piedras y mucha tumba. No sé si es que nos gustan esas ruinas que arruinamos con desprecio, por más que digamos amar. O si es envidia. O si simplemente el hecho de mirar hacia la Edad de Piedra nos permite reinterpretar el pasado como nos da la gana. O que nos entra el pánico si la otra opción es la Torre de Atocha, el Guggenheim, los pisos de protección oficial o el futuro superpuerto de Pasajes
Yo apuesto por formar unas brigadas de buscadores de meteoritos vascos (uniforme de Trango y botas goretetx, obvio). Todo son ventajas: seguimos ligados a la piedra y nadie va a sospechar nada antivasco, porque los meteoritos no vendrían de Madrid, sino del hiperespacio, como en Star Trek, y nuestro limes se extendería hacia el infinito y más allá. Es un nuevo enfoque de la nueva frontera que llevó Kennedy a los estadounidenses cuando les prometió la Luna (lo sé), pero brindo al PNV (e Ibarretxe como ari-ari-ari-buscalari) esta idea barata para iniciar la carrera al espacio y al futuro, consustanciando las pétreas tradiciones vascas y el paseo por el terruño. Además, se podría reconvertir a los desempleados con habilidades seteras.

¡Ah, otra cosa! Reclamemos los derechos de autor del menhir de 2001 Odisea del espacio.