martes, marzo 19, 2013

Barrengo Muñoa (981) y Urepel (1.056): académicamente.

Cima de Urepel ante Peñas de Aya.
 El 8 de marzo, Patxi y yo emprendimos la ascensión al cordal del Barrengo Muñoa para terminar en Urepel desde la central eléctrica de Rezola, en Goizueta. La primera parte de la ascensión fue digna de Escher (no confundir con Messner).

Por las escaleras inclinadas de la central.
Luego: un episodio tan idílico como breve por un canal de aguas muy lentas, los problemas con los tojos invasores de caminos que figuran en los mapas, las pistas reformadas o nuevas por las talas... Sólo al final del cordal, en último tramo de llegada a Barrengo Muñoa disfrutamos del paisaje sin remozar recientemente por excavadoras u orugas ("plaga" mecánica).
La cima de Barrengo Muñoa está marcada por un montón de piedras bajo el bosquecillo claro de pequeños robles. (Sospecho que la persona que elige fechas clave para renovar los buzones cimeros de la zona de la zona actuará en esta cumbre menor un día de estos). Bajamos al collado de Usategieta con la estampa lejana de San Sebastián y la línea arenosa de las Landas apuntando hacia el norte en el mar. (A Patxi le entusiasmó distinguir con claridad las torres de Bidebieta).

San Sebastián desde el cordal Barrengo Muñoa Urepel.
En el collado de Usategieta (con refugio) íbamos a seguir la "arista" empinada y directa de Urepel para alcanzar la cumbre. Pero una senda por el abetal a la derecha (nordeste) despertó nuestro instinto explorador. Por esa senda (con una fuente estupenda del año 2002) llegamos cerca de Hirumugeta (o Hirumugarrieta), entre Mandoegi y Urepel. Allí tomamos la clásica GR de la vuelta a Guipúzcoa, con marcas blancas y rojas, pasamos por la fuente de la cara noroeste, pisamos nieve y alcanzamos el mojón de 1691. Unos pocos metros de desnivel por pradera y llegamos a Urepel, donde almorzamos. Volvimos sobre nuestros pasos hasta Hirumugeta, con el ánimo de seguir una senda nueva (¡más exploración!) de bajada a Goizueta. (De nuevo los mapas se convierten en aproximaciones. Desde las bordas de Baztarrola (?), bajamos por libre hasta... Desde ese "allí" aún anónimo para nosotros, yo recordaba otro descenso libérrimo y enlazamos primero con alguna huella animal, luego con una senda creciente, que desembocó en pista y, sucesivamente: asfalto, Sorotxiki, atajo ("bide zaharra"), cemento y el centro de Goizueta. Cafés y a casa.

Cima de Urepel ante las Malloas de Aralar y Txindoki.
 El domingo 10 de marzo otra versión, otra vertiente, de Urepel y Barrengo Muñoa. Cambiaron algunos montañeros pero permanecían algunos tramos y el gusto académico: limpio alguna maleza de las rutas, fijo en la memoria las rutas posibles y proyectos el esplendor de paseos futuros, sobre todo en julio y octubre (algún día quizá comente cómo investigo fuera de temporada dónde recogeré hongos en temporada).
¡Las torres de Bidebieta!", dije versionando a Patxi.
María, Pilar y yo subimos desde Ixkibar. Visitamos el órgano vegetal (enormes abetos apretados) de Izaieta y tomamos la rampa de la izquierda en Sarasain Bizkar (primer tramo de pista nueva, navegable en coche), que se suaviza pronto (a partir de aquí, sólo todoterreno) en una pista que alcanza el refugio y collado de Usategieta. Ya con la altura más o menos ganada (866), enfilamos un ida y vuelta por senda y cordal a la cima de Barrengo Muñoa.
Disfrutamos de las vistas (otra vez) y volvimos sobre los pasos marcados dos días antes, por la senda que se introduce en la cara nordeste de Urepel y poco a poco conduce hasta Hirumugeta (o Hirumugarrieta).
Repostamos agua en la fuente del noroeste de Urepel, pasamos por el mojón de 1691 y alcanzamos la cima de Urepel.
María y Pilar hacia el abetal del nordeste, entre Urepel y Mandoegi.
Almorzamos allí, al abrigo del surazo y del remolino ventoso de la cima, entre de hayas y abetos. Y bajamos por el camino "del lobo" (el más corto, como saben los lectores sagaces de Caperucita) que enfila hacia el sur, entra al hayedo y atraviesa los restos de un yacimiento de mineral de hierro (aún brilla la pirita en las rocas rotas recientemente). En el último tramo, entre perozosos y remolones, bajamos sin atajos, fieles a la pista ancha hasta Ixkibar.
Cafe y caldos en Iruso. Y a casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, Josean:
Aunque un poco tarde, que termines bien el día. Muchas felicidades.
Jesus